lunes, 7 de octubre de 2013

España quiere poder en Naciones Unidas

Siria y el olor de la muerte química, inmigrantes desesperados saltando una valla de cinco metros con pinchos, Gibraltar más rocoso que nunca, bases militares de utilización compartida con una actividad desconocida en una década, Rajoy en el G20 ocultando su firma en una declaración de guerra, fragata española bajo bandera OTAN rumbo a Oriente… El final de agosto-principio de septiembre estaba cargado, tenso, si bien tranquilizó que el Gobierno celebrara la primera reunión ordinaria del nuevo Consejo de Seguridad Nacional y despachara todos esos asuntos en una horilla -45 minutos descontando los saludos-; de todos esos asuntos y también de los incendios forestales trató la reunión.
Así es la política, la actualidad y sus quiebros (“eres experta con la liebre en regatear”, decía Nacha Pop), así transcurren los acontecimientos.
Hay aguas que desaparecen, como el Guadiana y sus ojos: nada sabemos de Malí, poco de Egipto, Irak pasó a la historia, nada de Mauritania. Un consejo de ministros de septiembre aprobó 40 medidas 40 para la regeneración democrática que se evaporaron sin dejar huella.
Hay corrientes subterráneas que se resisten a asomar la cabeza, como el pulso ahora mismo de los Estados de la UE con la Comisión para proteger su industria de Defensa, es decir, para evitar la competencia real en un mercado sin competencia real. Las empresas se reúnen discretamente con el Ministerio, se entregan papeles y nada trasciende, ni las prioridades del país o de sus empresas ni las gestiones realizadas. Si nada sabemos del proceso, se juzgarán los resultados.
Imágenes del documento promocional de la candidatura de España al Consejo de Seguridad de la ONU.
Hay corrientes que cambian su trayectoria, como la que parecía inminente intervención militar sobre Siria. El vértigo que debió sentir Obama al mirarse en el espejo y ver al homo antecessor, la diplomacia rusa, el nuevo presidente iraní y su voluntad de negociar con EE.UU., la clara oposición de opiniones públicas de izquierdas y derechas, y parlamentos, a una intervención… han cambiado muy considerablemente el panorama de esta crisis.
Y hay corrientes extrañas. Como el desvío del río Jarama para la construcción de la Terminal 4 de Barajas; si hay que cambiar su curso, se cambia. España quiere sentarse en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el bienio 2015-2016, y el Gobierno está en campaña. Nada criticable, aunque quedan muy lejos y más ridículas hoy aún que entonces aquellas bromas sobre los vestidos africanos de la vicepresidenta del Gobierno, las críticas a la financiación española de la sede en Ginebra de NNUU, de los importantes fondos destinados a cooperación, el buenismo y otras zarandajas repetidas muy es serio por gente muy seria en escenarios muy serios hasta antarantonte (en gallego, el día antes de antesdeayer, hace tres días, anteontem en portugués).
Despreciada o alabada, vuelve Naciones Unidas porque es el único y principal foro de legalidad y legitimidad internacional; vuelve con una resolución que obliga a Siria a eliminar sus armas químicas, y lo que hace también es dar tiempo a la política y a la diplomacia para resolver el conflicto; vuelve la cooperación como balance imprescindible de la actuación militar-civil de España en una provincia de Afganistán durante ocho años.
El Gobierno quiere esa silla en el Consejo de Seguridad de la ONU y como en cualquier competición olímpica hay que conseguir apoyos, convencer, buscar argumentos y difundirlos.
Palabra de Rajoy en reciente discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas:
  • “Esta Asamblea es el eje del sistema internacional (…). Aquí las decisiones que adoptamos generan un acervo ante la opinión pública internacional difícilmente rebatible: ésta es la cámara deliberativa de la legitimidad global”.
  • “España confía en las Naciones Unidas y apuesta decididamente por esta Organización, porque comparte plenamente los propósitos y principios que encarna. Nuestro compromiso con las Naciones Unidas no es mera retórica: España es el sexto contribuyente al sistema de las Naciones Unidas”.
  • Foto: web Moncloa.
  • “Porque España cree firmemente en la tríada de paz, seguridad y desarrollo, más de 130.000 soldados españoles han servido en Operaciones de Mantenimiento de la Paz y misiones de ayuda humanitaria en todas las regiones del mundo desde 1989”.
  • “Mi país es firme defensor del diálogo y del uso de medios pacíficos para la solución de controversias. Creemos que la prevención de los conflictos es uno de los principales instrumentos para garantizar la paz y seguridad internacionales. Por eso, hemos participado en la Comisión para la Consolidación de la Paz, en el lanzamiento de la Alianza de Civilizaciones y en la creación, junto a Austria y Arabia Saudí, del Centro Internacional Rey Abdullah para el diálogo interreligioso”.
  • “En 2007 España creó, junto al PNUD, el Fondo para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que ha tenido un impacto real en las vidas de veinte millones de personas, a través de más de 130 programas en cincuenta países por valor de casi mil millones de dólares”.
  • “La actitud solidaria de mi país se ha trasladado también a la ayuda humanitaria, que sitúa a España como el octavo donante del mundo”.
  • “Nuestro propósito es uno: la defensa de la dignidad de la persona. Hacia ese objetivo caminan todos nuestros esfuerzos por la paz, la libertad, la democracia, la justicia, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. España sabe que nuestra defensa de la dignidad de la persona será más eficaz a través de las Naciones Unidas, al igual que esta Asamblea General de Naciones Unidas sabe que en este empeño puede contar con España”.
Documento Diálogo, solidaridad, compromiso. España 2015-2016. Candidata al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas:
  • “España está firmemente comprometida con la igualdad de género. Según la OCDE, la promoción y el compromiso con la igualdad es uno de los sectores en que España goza de mayor ventaja comparativa. Entre 2004 y 2011, hemos destinado más de 500 millones de dólares de nuestra Ayuda Oficial al Desarrollo al sector género a través de organismos multilaterales de desarrollo”.
  • “Destaca especialmente la contribución a ONU Mujeres, con quien España tiene un compromiso firme y del que es el primer donante en cifras acumuladas desde 2010. España es también el mayor contribuyente al Fondo de Igualdad de Género desde su creación en 2009, con  una aportación de 65 millones de dólares.  Hasta la fecha, el Fondo ha puesto en  marcha 93 proyectos en 69 países,  beneficiando directamente a 8,5 millones  de mujeres en los cinco continentes”.
  • “España ha participado activamente en la respuesta a las crisis humanitarias de la última década y ha incrementado de manera sustancial los fondos dedicados a la acción humanitaria. Entre 2007 y 2012, ha destinado a este capítulo más de 1.300 millones de dólares”.
Impecable el presidente Rajoy y el documento promocional. No hubiera sobrado tampoco una referencia a la base de comunicaciones que nuestro país ha financiado a Naciones Unidas en Quart de Poblet, inaugurada en 2010; o alguna alusión a la Organización Mundial del Turismo, la única agencia de Naciones Unidas con sede en España.
Si para convencer a quienes deciden una sede olímpica no conviene hablar de crisis, también es acertado que ni Rajoy ni el documento hablen del hundimiento en los últimos tres años de la ayuda española al desarrollo y de los fondos de cooperación.
Acabó agosto con tambores de guerra y acaba septiembre con Naciones Unidas, por Siria y por interés patrio. Y Rajoy en Palomares-Fukushima, sin bermudas pero con floripondio en la solapa. El mensaje es el mismo: somos aliados fiables.

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Han pasado unos 200 días desde que conocimos por El País que militares españoles torturaron en Irak. Esas personas o siguen dentro de las Fuerzas Armadas o andan tranquilamente por la calle. Los tiempos de la responsabilidad política, de la reputación de una organización, nada tienen que ver con los judiciales.

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