martes, 12 de noviembre de 2013

¿Inseguridad global?

¿Camina el mundo hacia una violencia creciente, una sucesión de conflictos interminable, una amenaza continua y cada vez más letal? Pues no necesariamente.
En estos momentos se están desarrollando media docena de procesos de clara distensión, de negociación o renuncia a la violencia, desactivación de conflictos enquistados durante décadas y con miles de víctimas a sus espaldas.
Todo conflicto entra por derecho propio en la categoría de lo noticiable y en consecuencia reaccionan habitualmente los medios de comunicación, pero también merecen su espacio estos movimientos, aunque solo fuera por las posibilidades de éxito y que millones de personas pueden dejar de vivir el miedo que les ha perseguido durante una o varias generaciones.
Los que han idealizado la Guerra fría como una etapa histórica de estabilidad, olvidando la carrera nuclear, la destrucción posible del planeta, los ingentes recursos destinados a armamento, las guerras por delegación en medio mundo, alarman hoy sobre una sociedad internacional amenazante. Los siguientes procesos van en contra de esa visión.
  • España – ETA: el 20 de octubre de 2011 la organización terrorista firmó su acta de defunción, dejando atrás cuatro décadas de violencia y cerca de mil asesinatos directos o de la contra. España vive dos años sin ETA y cuatro sin asesinatos, una realidad histórica sin precedentes. Cualquier amenaza hoy planteable palidece en comparación con la violencia etarra que ha marcado el país desde mediados del siglo XX. Hoy debatimos sobre los atajos judiciales puestos en marcha en política antiterrorista, sobre si fue acertado utilizar políticamente el dolor de las víctimas, pero no hay asesinatos.
  • Colombia – FARC: el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia negocian desde hace un año en Cuba el fin de la violencia que ha causado desde 1964 más de 220.00 asesinatos documentados y cinco millones de desplazamientos forzosos, según un informe muy serio elaborado por el Centro Nacional de la Memoria Histórica, una especie de comisión de la verdad. Hace unos días se anunció un acuerdo parcial sobre la participación política de los guerrilleros, que se suma a otro de mayo sobre tierras y desarrollo rural.
  • Turquía – PKK: el gobierno turco mantiene negociaciones desde octubre de 2012 con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, guerrilla kurda nacida en 1984 y parte de un conflicto que se ha cobrado más de 40.000 vidas. En mayo el PKK anunció un alto el fuego. El Gobierno turco anunció este octubre un paquete de tímidas reformas democráticas que ampararían un mayor reconocimiento de la lengua e identidad kurda, pendiente en cualquier caso de una reforma constitucional que satisfaga al 20% de la población del país.
  • Israel – Palestina: el pasado mes de julio se reiniciaron negociaciones directas en Washington bajo patrocinio estadounidense, con el objetivo de alcanzar hacia mediados de 2014 un estatuto final que ponga definitivamente fin al conflicto y contemple los asuntos más complicados, como son el retorno de refugiados, fronteras o Jerusalén.
  • Siria: el mes de agosto se cerró con tambores de guerra, con la inminencia de un ataque de EE.UU. que presumiblemente iba a añadir más muerte y destrucción a la guerra civil que ya ha provocado 100.000 muertos y cuatro millones de refugiados. Entonces surgió el asunto de las armas químicas, su probable destrucción y una compleja negociación que debería fructificar en Ginebra en una conferencia a celebrar este año que pactara un Gobierno de transición. De una situación como la de Irak entre 1991 y 2003 (bombardeos, bloqueo, víctimas civiles) a la diplomacia, un gran paso.
  • Irán nuclear: para desconcierto de Israel y Arabia Saudí,  el nuevo presidente Hasan Rohaní ha mostrado desde su toma de posesión en agosto una voluntad clara de negociar el programa nuclear y hacer de algún modo compatible el acceso de su país a esta fuente de energía con garantías de no sumarse al restringido listado de países con armamento nuclear. Negocian con Irán los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania en un proceso que aparenta dar resultados en breve. En juego están sanciones económicas que bloquean fondos iraníes desde hace tres décadas o le impiden hoy exportar petróleo, y un enfrentamiento total con EE.UU. desde la revolución que acabó con el Shah, el secuestro de personal diplomático estadounidense y la guerra que comenzó Saddam Husein en 1980 con apoyo occidental.

¿Tienen algo en común los procesos anteriores? Comparten claramente el momento, éste.
Los profesionales de la seguridad no deberían preocuparse de todo lo anterior. Conflictos quedan muchos y para desactivarlos siempre serán necesarios los expertos en explosivos.


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Han pasado ocho meses desde que conocimos por El País que militares españoles torturaron en Irak. Esas personas o siguen dentro de las Fuerzas Armadas o andan tranquilamente por la calle. Los tiempos de la responsabilidad política, de la reputación de una organización, nada tienen que ver con los judiciales.

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