jueves, 9 de octubre de 2014

Crisis del ébola: Defensa, en tercer plano

Tranquilidad aparente. El Ministerio de Defensa, con potentes instrumentos de protección NBQ, no ha sido activado. Dejan la crisis en manos de Sanidad

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Ante emergencias, el Ministerio de Defensa tiene medios y profesionales especializados en riesgos químicos y bactereológicos que no han sido activados. Tanto desde el órgano central del Ministerio como desde el Estado Mayor de la Defensa trasladan tranquilidad y, ante todo, que la crisis del ébola se encuentra en manos de las autoridades civiles, del Ministerio de Sanidad que no ha requerido su ayuda. En la recámara se quedan tanto la Unidad Militar de Emergencias -UME- como uno de los laboratorios más avanzados de España, así como los medios hospitalarios desplegables y el propio Hospital Central de la Defensa en Madrid.
En la mañana de este martes, el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Fernando García Sánchez, situaba la crisis fuera del Ministerio ("es Sanidad
el que controla la situación") y aseguraba que el personal y tripulaciones que participaron en la repatriación de los dos religiosos españoles desde Sierra Leona y Liberia, finalmente fallecidos, han seguidos los protocolos de prevención, análisis y las "medidas profilácticas" establecidas, sin ofrecer mayores detalles.
No se espera por tanto la activación a corto plazo de la Unidad Militar de Emergencias, cuerpo especializado para actuar ante crisis de especial gravedad. Precisamente en este final de 2014 la UME tiene previsto alcanzar la operatividad completa por los avances en la última de las capacidades pendientes, conocida como NRBQ –nuclear, radiológico, biológico y químico-. El personal ya está formado -afirman- y únicamente queda por recibir algo del material que especializa la UME también en la respuesta ante emergencias en este tipo de riesgos.
Por otra parte, del Ministerio de Defensa depende también el Instituto Tenológico de La Marañosa, que cuenta con un laboratorio acreditado internacionalmente para la defensa, vigilancia y protección contra agentes considerados de alto riesgo. En concreto se trata del LAVEMA (Laboratorio de Verificación de 'La Marañosa'), uno de los 16 laboratorios que en todo el mundo ha designado la OPAQ (Organización para la Prohibición de Armas Químicas) dependiente de la ONU para inspeccionar y detectar de forma “inequívoca” la presencia de armas químicas.
Defensa tiene uno de los 16 laboratorios más avanzados del mundo para armas químicas
A lo anterior se suma la capacidad sanitaria y hospitalaria de las Fuerzas Armadas. Entre ellas se encuentra un avanzado hospital de campaña, que gestiona una de las unidades más jóvenes del Ejército y alcanzó su total operatividad en julio de 2013. La unidad tiene la capacidad para ser proyectada, en un breve espacio de tiempo, a cualquier lugar del mundo, y capacidad de organizar una estructura sanitaria con posibilidad de apoyar a una población de 40.000 habitantes. Puede atender hasta 80 bajas por día, con una capacidad máxima de 15 intervenciones quirúrgicas gracias a sus cuatro mesas de quirófano. La capacidad de hospitalización es de 100 camas. Recientemente ha sido evaluada con los más estrictos criterios de la OTAN, para ponerla a disposición de la Alianza Atlántica y otras organizaciones de Defensa multinacionales con ocasión de operaciones para el mantenimiento de la paz. La existencia de este hospital desplegable es especialmente relevante pues especialistas médicos han criticado la repatriación a España de los enfermos por ébola, en lugar de trasladar medios a los países donde enfermaron.
Por último se encuentra también el Hospital Central de la Defensa, que tenía una planta especializada para tratamientos NBQ hasta que hace unos años fue desmantelada coincidiendo con el acuerdo al que llegó Defensa con la Comunidad de Madrid para que el centro atendiera a los madrileños de su área circundante.
La capacidad hospitalaria de las Fuerzas Armadas incluye un moderno hospital de campaña y el Gómez Ulla
En cualquier caso, el hospital cuenta con una Jefatura de Medicina Logística Operativa, responsable de dirigir, coordinar y evaluar las actividades relacionadas con la sanidad militar en sus aspectos de apoyo sanitario en operaciones, defensa NBQ, telemedicina, medicina hiperbárica y subacuática, reconocimientos médicos-periciales y asistencia sanitaria al personal militar.
El jefe de Estado Mayor de la Defensa sí ha informado este martes que las Fuerzas Armadas llevan seis meses preocupadas por el virus, especialmente por los miltares desplazados en África, actualmente 400 efectivos en Malí, República Centroafricana, Gabón y Senegal, además de Somalia.
Decía el Ministerio de Defensa este agosto que, a pesar de que ninguna misión de las que las Fuerzas Armadas Españolas desarrollan en África tiene lugar en países oficialmente afectados por el virus del ébola, los contingentes españoles están recibiendo información sanitaria sobre la enfermedad.
Añadía que el Instituto de Medicina Preventiva de la Defensa ha editado las “Normas de prevención y procedimientos de actuación y educación sanitaria en relación al brote de la enfermedad por virus de Ébola”.
Además, en algunos casos, como en las operaciones de apoyo a Mali y a la República Centroafricana, se ha enviado material de protección sanitaria como guantes, gafas etc. Esto es debido a que por la misión que realizan (transporte aéreo de apoyo a las operaciones) las tripulaciones de los aviones tienen que operar en aeropuertos de diferentes países africanos.
En el inicio de la crisis del ébola el Ministerio de Defensa sí tuvo un protagonismo directo, encargado de la repatriación de los dos religiosos infectados, finalmente fallecidos en Madrid.
Un avión de transporte Hércules medicalizado repatrió el pasado 22 de septiembre al religioso Manuel García Viejo desde el aeropuerto de Freetown (Sierra Leona).
La operación fue muy similar a la de los días 5 y 6 de agosto pasados en que se procedió a la evacuación desde Monrovia (Liberia) del sacerdote Miguel Pajares, también de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y de la monja de origen guineano y pasaporte español Juliana Bonoha.
La transformación del avión, denominada medicalización, consistió básicamente en la instalación de una cámara de aislamiento proyectada para incomunicar temporalmente a enfermos contagiosos, que proporciona la máxima protección al paciente y al personal sanitario que lo trata, así como un sistema de soporte vital para la monitorización del enfermo en todo momento, según informó Defensa.
Además se cargaron otras dos cámaras de aislamiento (una segunda de reserva, ya montada, y otra más sin montar, con carácter preventivo) y material médico diverso,  con un total de 1.200 kg.
Las tripulaciones, sanitaria y de vuelo de cabina fueron protegidas con monos impermeables que cubren de los pies a la cabeza, más gafas, mascarilla, guantes y calzas, para evitar el contacto con fluidos o partículas contaminantes en el área de trabajo próxima al paciente infeccioso, que previenen el contagio.
En el avión viajaron dos tripulaciones de vuelo, integrada cada una de ellas por un piloto, un copiloto, un navegante y un auxiliar (ocho personas en total) del Ala 31 del EA, al que se les unen dos equipos médicos de la Unidad Médica de Aeroevacuación (UMAER), formados por un comandante médico, un capitán enfermero y un auxiliar de enfermería (seis en total), todos ellos, asimismo, militares.

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