lunes, 25 de abril de 2016

Medallas de un Gobierno descontrolado

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Imagen del consejo de ministros del 11-11-2015. 
Foto: Pool Moncloa / Diego Crespo.


En el mundo genial del consejo de ministros, con sus bandejitas y jarras de agua individuales de alpaca y cuadros de Miró, un ordenador extraplano ha sustituido al tradicional ejemplar de la Constitución -o del Código Penal- que tenían delante. El marco ha mejorado, aunque la alpaca y Miró no combinan bien. En ese mundo feliz se sientan ya cinco ministros que han despreciado al Parlamento, no han acudido a la convocatoria formal del Congreso para comparecer e informar a los diputados y al país de algunos de sus asuntos. Los ausentes han sido Pedro Morenés, ministro de Defensa; Ana Pastor, ministra de Fomento; Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior; José Manuel Soria, ministro de Industria; e Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura.
Lo anterior era por citaciones concretas, lo último es que la sesión semanal de preguntas al Gobierno se ha celebrado sin ministros. El secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, y la subsecretaria, Irene Domínguez-Alcahud, han plantado también a sus señorías, dos cargos que en teoría no están en funciones. El Congreso ha llevado al Gobierno por estos motivos al Tribunal Constitucional.
Nota al pie: pongo nombre, apellidos y cargos en detalle para facilitar el trabajo a los futuros autores de la publicación "La defensa y seguridad en la prensa española 2010-2030"; también para que los mencionados se encuentren, a través de su gente de prensa y la inestimable ayuda de las alertas de Google. Fin de la nota.
Que la decisión de abtenerse sea colectiva, colegiada, con el aval de algún informe de los abogados del Estado que aún quedan sirviendo al Estado, no lo justifica. Esto de que un Gobierno acuda al Parlamento a explicar alguna cosilla es una muestra de calidad democrática, y un ataque a la inteligencia y al ciudadano no hacerlo.
El CIS se ha saltado este enero la pregunta sobre la valoración de los ministros
Por tanto, Gobierno sin control, descontrolado; o irresponsable, que no impide que siga tomando decisiones. Buen momento para detenerse tres minutos sobre cómo valoran los españoles a sus ministros, algo que el Centro de Investigaciones Sociológicas pregunta trimestralmente en su Barómetro. Tocaba hacerlo en enero, pero el CIS se ha olvidado de preguntar a los ciudadanos por los ministros. No ha ocurrido en tres décadas, probablemente justificado por la situación inédita de la larga interinidad del Gobierno tras las elecciones, pero en cualquier caso a los sociólogos y a los estadísticos les gustan las series largas y homogéneas de datos, que en este caso se han roto. Para irnos acercando al actual consejo de ministros es recomendable acudir a una curiosa publicación del propio CIS que analizaba este asunto -La percepción de los ministros del Gobierno de España 1984-2009-, dos décadas y media de las que saca algunas conclusiones.
Por una parte, que sexo y edad no influyen en la valoración de los ministros, con lo que los investigadores archivan un prejuicio del que partían. Por otra, en ese periodo estaban unidos popularidad del ministro y valoración, hoy no. La opinión ciudadana sobre cada ministro puede verse influida por la del Gobierno entero, de su presidente, de la actuación sectorial y de la propia cartera, que tiene vida propia. En este sentido, los ministros tradicionalmente mejor valorados,independientemente del inquilino, eran Interior, Economía, Exteriores y Defensa. Hasta ahora.
Cristóbal Montoro supera a Leire Pajín en desafección ciudadana
Ya en nuestros días, el Gabinete Rajoy, según el Barómetro del CIS del pasado mes de octubre, es individualmente valorado por debajo del último Gobierno de Zapatero hace cuatro años.De los últimos resultados no sorprende en exceso que más de un 60% de los españoles no sepa decir el nombre de los actuales ministros de Agricultura, Justicia y Educación, pues García Tejerina, Catalá y Méndez de Vigo se han incorporado a mitad de legislatura en sustitución de Arias Cañete, Ruiz Gallardón y Wert. Sí resulta más sorprendente que tras cuatro años de ejercer el cargo el 54% de los encuestados no es capaz de identificar al ministro de Defensa, Pedro Morenés, no lo conocen.
En cuanto a la valoración, del actual Gobierno en funciones la mejor nota es para la vicepresidenta, Sáenz de Santa María, con un modesto 3,60, seguida de García Margallo (Exteriores, 3,52) y empate entre Alfonso Alonso (Sanidad) y Ana Pastor (Fomento, 3,21).
La peor valoración corresponde al ministro más conocido tras la vicepresidenta, Cristóbal Montoro (Hacienda, 2,28, incluso medio punto por debajo de Leire Pajín -Sanidad- en 2011), seguido en los puestos de cola por Méndez de Vigo (Educación), el renunciado Soria (Industria) y Pedro Morenés (Defensa, 2,64). En el último Gobierno de ZP el miembro más valorado era precisamente la titular de Defensa, Carme Chacón,con un 4,40, que comparando con su sucesor parece hasta una notaza. Con alguna perspectiva se podría hablar en el periodo 2012-2016 de un Gobierno presidencialista con un presidente que no ejerce un papel presidencial, tres cuartas partes de la legislatura en una pantalla de plasma, un año en medios y desde las elecciones esperando a que se estrelle el rival.
Los ministros de Rajoy reciben una valoración menor que los del último Gobierno de Zapatero
Reconozcamos no obstante que el puesto de trabajo de ministro tiene ciertos riesgos. En las reuniones de los viernes en Moncloa, entre carteras, escoltas, móviles, alpaca y mirós, da la sensación de que el presidente de turno coloca una silla menos que el número de convocados, que siempre sobra alguien, y le ha tocado ahora a José Manuel Soria, ministro de Industrias propias, Energía no renovable, Turismos a bajo coste, Almacenes nucleares, Innovación temblando, que ha perdido el puesto no por mala gestión o mentir sobre empresas propias en paraísos fiscales, algo que al parecer hace la mayor parte de la élite económica del país, sino porque no estuvo rápido en sentarse cuando paró la música hace cuatro meses.

Sugerencias


lunes, 18 de abril de 2016

El islam se españoliza

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Fátima Hamed Hossain, diputada autonómica de Ceuta por el 
partido Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (Foto: El Diario.es). 
La primera nacionalidad de los 1,8 millones de musulmanes residentes en España es... la española, gran novedad, principal conclusión de este columnista a partir de los datos contenidos en el último "Estudio demográfico de la población musulmana" elaborado anualmente por la Unión de Comunidades Islámicas de España -UCIDE- explotando el padrón municipal de habitantes del INE y otras fuentes como los ministerios de Justicia, Interior y Educación.
En los últimos días han sido publicados no pocos artículos sobre el islam en España a raíz de la difusión de este informe, y prácticamente ningún medio ha encontrado lo más noticioso ni se ha resistido a mezclar o combinar el número de musulmanes con el terrorismo yihadista, operaciones policiales, detenidos y en el mejor de los casos han incluido alguna declaración de responsables religiosos desligando el Corán de la dinamita.
Poca fe por parte de periodistas y medios en la demografía. Con voz campanuda o aflautada, la fuerza del dato es incontestable, hace innecesario acudir a otras fuentes y abre la vía para declaraciones rotundas, por ejemplo que el Islam ha dejado de ser una religión extranjera en España, que la ciudadanía española mayoritaria de los musulmanes les va a ir llevando a reclamar con mayor firmeza sus derechos -ya se está viendo-, incluso su potencial interés electoral, que debería despertar la atención de los partidos políticos por las preocupaciones del colectivo.
Al finalizar el año 2015 la UCIDE contabiliza 779.080 musulmanes españoles (41% del total), con su DNI, pasaporte, derecho al voto en todo tipo de elecciones los que cumplan con la edad y los mismos deberes que el resto de sus compatriotas católicos, protestantes e incluso españoles ateos.
Los musulmanes españoles han adelantado en número en 2015 a la que ha sido históricamente primera nacionalidad del islam en España, Marruecos, con 749.274 personas (40%), que residen principalmente en Cataluña, Andalucía, Madrid, Murcia y Comunidad Valenciana.
Tercera nacionalidad de los musulmanes hispanos: Pakistán, 77.478 residentes en su mayor parte en Cataluña; siguen en la clasificación argelinos, senegaleses y nigerianos.
La novedad estadística tiene una explicación, lejos de una estampida de gente hacia las mezquitas (se suele utilizar ese término para humanos que consideramos inferiores), explicación que no es otra que la progresiva adquisición de la nacionalidad de miles de inmigrantes por el hecho natural de cumplir una serie de años de residencia y trabajo en España, fenómeno que se produce con marroquíes, latinoamericanos y todos en general, el calendario pasa también para ellos; y la explicación también apunta a los niños.
Actividades de ocio organizadas por la Asociación
de Chicas Musulmanas de España. Fotos: Achime.
El informe mencionado detalla que los 779.000 musulmanes españoles son la suma de unos 70.000 ceutíes y melillenses de esa confesión; 22.800 que denomina naturales, que son los que podríamos llamar conversos, aunque el término no es muy fiable pues parece que han abandonado a alguien; 251.500 son nacionalizados, en su mayor parte se entiende que marroquíes de origen; y 433.000 descendientes de todos los anteriores, que es el cambio revolucionario (en el sentido de histórico, no de demolición del sistema), niños y jóvenes en su mayoría hijos de inmigrantes que han nacido en España, están escolarizados -un cuarto de millón-, hablan perfectamente el español como lengua propia, además se defenderán con bastante competencia en árabe dialectal y en francés y están aprendiendo inglés al mismo ritmo acelerado que los infantes de otras confesiones.
Parte de esas nuevas generaciones ya ha empezado a trabajar, tienen la presencia y activismo femenino del conjunto de la población española, viven la religión de forma abierta y muy diferente a sus padres.
Desde un punto de vista no religioso o partidario de una exquisita equidistancia del Estado con las confesiones religiosas, la españolización del islam en España podría tener como consecuencia que los musulmanes reclamaran presencia política, social y la asistencia religiosa en colegios, institutos, hospitales, Fuerzas Armadas, ya recogido en la legislación e incumplido, al menos al nivel de la religión católica.
Con la nocturnidad religiosa de Adolfo Suárez con el PCE, el Gobierno en funciones de Rajoy ha aprovechado la pasada Semana Santa para dar el visto bueno a contenidos y programa de la religión islámica como asignatura de la enseñanza pública, decisión que puede marcar tendencia, al menos para superar la cifra de los actuales 48 profesores de islam en centros educativos de todo el país, frente a 15.000 de catolicismo.
Siguiendo este camino hasta podríamos llegar a ver en breve a la Legión o a la Brigada Paracaidista (más exactamente, encuadradas en la División "Castillejos", las Brigadas Orgánicas Polivalentes de Infantería ligera "Rey Alfonso XIII" II de La Legión de Almería; y "Almogávares" VI de Paracaidistas de Ajalvir) participando -de forma voluntaria y sin armas- en algunas de sus principales festividades como el Ramadán o la Fiesta del Sacrifico (de un cordero), como hoy hacen con entusiasmo en la procesiones católicas desde Málaga a Finisterre.
Cabe también una evolución de los acontecimientos distinta: en vista de la dificultad creciente para que el ámbito público refleje y responda a las necesidades de las muy diversas confesiones, la pluralidad religiosa de los españoles podría remar a favor de la laicidad del Estado, desde el absoluto respeto a la confesión religiosa de cada ciudadano, libre de practicar y financiar con sus aportaciones individuales lo que considere oportuno para su equilibrio espiritual.

Sugerencias


lunes, 11 de abril de 2016

El milagro de la carne

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Descubro por Joan Fontcuberta extraños fenómenos religiosos documentados en un monasterio ortodoxo en el extremo norte de Europa, no lejos de donde nuestros cazas Eurofighter patrullan y tranquilizan con el ruido de sus turbinas los sueños alterados de los bálticos.
El relato narra el llamado milagro de la carne, que suele practicarse con una pata de jamón ibérico; al cortar una loncha fina aparece el rostro del Che Guevara, que algunos confunden con el de Jesucristo.
Según el tipo de bellota con que se alimentan los cerdos -se nos dice- también puede salir la cara de Adolf Hitler y, más difícilmente, la de Bin Laden.
"Dado el tentador sabor de este jamón y su elevado precio, la cuestión que este milagro suscita es el destino que debe darse a las lonchas: guardarlas devotamente como reliquias o zampárselas directamente". Preguntado Munkki Piotr sobre este dilema, respondió: "Entiendo la pregunta, pero ¿cuál es el problema?".
El tal Fontcuberta es Premio Nacional de Fotografía de 1998 y Premio Nacional de Ensayo en 2011, y juega con la fotografía, en este caso con la religión, la verosimilitud de los mensajes y sus soportes físicos.
En la teoría y en la práctica, en textos e imágenes, Fontcuberta analiza la muerte de la fotografía tradicional, ligada durante siglo y medio al mundo material, al acero y el ferrocarril, al maquinismo, la expansión colonial y la economía capitalista; frente a la fotografía digital, "consecuencia de una economía que privilegia la información como mercancía, los capitales opacos y las transacciones telemáticas invisibles".
Debo el descubrimiento a una exposición reciente en el Canal de Isabel II de Madrid, que demuestra la utilidad de las iniciativas culturales para hacernos olvidar durante un rato los intentos de privatizar el agua de boca, las subvenciones no devueltas por alguno de sus gestores, la venta de viviendas protegidas a fondos buitre.
Esta transformación del mundo material al digital es aplicable en muchos otros campos.
Los archivos de la Stasi, con sus fichas, relatos escritos, piso alquilado y micrófonos en la pared hoy son los metadatos conseguidos pinchando un cable de fibra óptica submarino al sur de España.
Caminamos hacia un mundo inmaterial y hacia un discurso que ha cambiado la verdad por lo verosímil.
En la entrevista que Jordi Évole intentó realizar el primer domingo de abril a Rajoy la política-espectáculo ganó claramente la partida a la información-espectáculo.
"En la casa de Mariano", podría haberse llamado la pieza televisada, un marco la Moncloa que resultó especialmente arbolada en el exterior y moderna en su interior, y sin vitrocerámica que se rebelara contra el anfitrión.
Rajoy se situaba más allá de la realidad: la responsabilidad del presidente se diluía entre mensajes como que España es un gran país, que estadísticamente el número de corruptos es muy inferior al de ciudadanos honorables; el sentido común que repite como un mantra. La respuesta presidencial a la memoria histórica y las víctimas aún hoy enterradas en cunetas y fosas comunes es que no se repita.
Algunos políticos mueven hoy las manos con una energía sólo comparable a la alegría de las agencias de comunicación que les han convencido para realizar el cursillo. Se enfatiza el discurso con la mano y, cuando no se tiene claro el sentido, se mueve una caja imaginaria, moviendo las dos manos en paralelo para asombro del espectador, que sin embargo pide algo más. Ciertos consultores recomiendan tener algo físico en la mano, un clip.
No hay en esta columna ni en Fontcuberta crítica al cambio, sino descripción de la realidad.
Los astrónomos por su parte nos intrigan contando sobre la naturaleza del universo que está compuesto por un 70% de energía oscura, un 25% de materia oscura y solo un 5% de la materia ordinaria.
El asunto es que aún reconociendo ese 95% hoy gaseoso, sigue siendo imprescindible el 5% real, sin ese mínimo anclaje el edificio no se sostiene, es el suelo necesario. Haciendo cuentas, a Rajoy le faltaron tres minutos de realidad sobre 60 de entrevista.
Diríamos que el expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González tenía principalmente su vida, acompañado de Pilar de Borbón y muchos otros, en el mundo irreal del paraíso fiscal panameño, pero nada se entiende si ese 95% oscuro no va acompañado de un 5% material, que era su ático de Estepona.

Sugerencias


lunes, 4 de abril de 2016

Bruselas, terrorismo, palabras

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Escaparate de un comercio en el centro histórico de
Bruselas en octubre de 2015. / Fotos: PND
Los atentados terroristas, más allá de la onda expansiva física, producen un silencio irrespirable.
Ahí suelen aparecer políticos, periodistas, analistas, obligados a opinar en caliente, con solemnes declaraciones de condena cuya principal función es llenar ese vacío, poner palabras al dolor colectivo, al margen de su significado, y se agradece.
Escuchamos que los atentados de Bruselas o de cualquier otro lugar europeo quieren acabar con nuestra forma de vida, nuestras libertades y nuestros valores, sin especificar. Estirando el argumento, los recientes atentados en Pakistán o Irak perseguirían acabar con el sistema político-social paquistaní e iraquí; y no tiene sentido que organización terrorista alguna persiga esos variados objetivos todos juntos, destruir media docena de sistemas políticos y un abanico de valores diferentes al mismo tiempo.
Los valores y derechos que identificamos como europeos si son universales es necesario defenderlos en cualquier punto geográfico, ya sean atacados en Abiyán, Lahore o Bruselas.
La realidad es que el terrorismo -de cualquier tipo- busca aterrorizar civiles matando víctimas civiles con un objetivo político de fondo, y en este último caso el fin no parece ser acabar con la Unión Europea o la democracia belga, el terrorismo yihadista persigue desestabilizar gobiernos de países islámicos y en su estrategia incluyen internacionalizar el conflicto con acciones de gran repercusión mediática en países occidentales.
Por mucho dolor y muerte que causen, no corre peligro la democracia en Europa, salvo que se acumulen los errores y el recorte de libertades en la reacción, léase por ejemplo el control generalizado de las comunicaciones personales que hasta la fecha no ha demostrado eficacia alguna en la lucha antiterrorista.
Abundan los políticos expertos en describir minuciosamente el problema, que no su solución 
No es éste ni ningún terrorismo una amenaza existencial para Europa y es muy significativo quienes desde el mundo de la seguridad y la defensa, opinadores recios hablando de buenismo, se agarran al terrorismo como el gran enemigo, equiparable a los nazis -a quienes España envió 50.000 esforzados combatientes, para ayudarles- o la URSS, que tanto se echa de menos como contrincante.
Inciso: las estrechas conexiones entre los atentados de París y Bruselas reducen el tamaño de la amenaza y el número de quienes nos amenazan, son menos y algunos incluso emparentados, abundan los hermanos, lo que por otra parte dificulta su localización.
"Estamos en guerra", se proclama insistentemente desde el Gobierno francés y ya se suma el belga, y envía el primero un portaviones tras los atentados de París a Oriente Próximo y el segundo anuncia cazas contra el Dáesh. Ni los medios militares contra el terrorismo han mostrado eficacia ni tanquetas y militares por la calle han evitado los ataques en Bruselas.
Asimismo en esta amenaza mundial que es el terrorismo yihadista hay algún elemento compartido entre explosiones en Pakistán, Costa de Marfil, Turquía y el corazón de Europa, aunque también hay que tener en cuenta siempre explicaciones locales, que en los casos más cercanos apuntan a la convivencia multicultural, exclusión social y eficacia policial escasa.
La ineficacia y la nacionalidad de los terroristas en los últimos casos son principalmente belgas y franceses. Los belgas viajados a Oriente para hacer el yihad armado multiplican proporcionalmente por 20 los salidos desde España; y los triplican en números absolutos.
Otro acercamiento al fenómeno puede sugerir que no es obligada la coincidencia entre los objetivos de una organización terrorista o de su cúpula con las motivaciones de sus miembros que se revientan en un andén del Metro. Por poner otro ejemplo, no es imprescindible que coincidan los intereses a corto y largo plazo de Bankia y su presidente José Ignacio Goirigolzarri con las motivaciones diarias de los empleados de la entidad hoy pública o de sus clientes cuando entran en la sucursal.
En los días posteriores a los atentados de Bruselas ha sido reconocido por los propios ministros de Interior de la UE descoordinación e incumplimiento de compromisos de actuación anteriores. El titular español de esta cartera declara que "no hay mal que por bien no venga", extraña manera de señalar que lo que no han sido capaces de poner en marcha hasta el momento lo van a hacer tras los últimos 32 muertos en suelo europeo.
No corre peligro la democracia en Europa, salvo que se acumulen los errores en la respuesta 
Abundan los políticos de diversas formaciones expertos en describir minuciosamente el problema, que no su solución, y en esta línea encontramos a los responsables de nuestra seguridad.
En el ámbito doméstico, otra consideración. El Gobierno Rajoy, a lo largo de la legislatura, ha ido completando un sistema de seguridad nacional, donde existe un Consejo y un Comité de Situación como órganos centrales en la coordinación de la información y toma de decisiones.
Sin embargo, el Gobierno en funciones tras Bruselas convoca el Pacto Antiyihadista, de nula capacidad operativa, y se desprecia el sistema creado por el mismo Gobierno.
Los últimos acontecimientos han despertado además la vieja tendencia a la utilización partidista del terrorismo por parte del Partido Popular y Ciudadanos, tratando de arrinconar a Podemos y pulverizando los hipotéticos beneficios de una escenificación política unida contra la amenaza.
Asistimos a palabras que llenan un vacío; a análisis prefabricados que se publican independientemente de lo que ocurra; siempre a la utilización política del terrorismo; y a decisiones de los Gobiernos que no tranquilizan.
Las palabras de quien quiere llenar el vacío, de quien quiere analizar el fenómeno con más o menos acierto y de quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones en la materia nos llegan mezcladas.
"Palabras más, palabras más, palabras menos", cantaban Los Rodríguez, siempre bienvenidas, diría yo, y acompañadas por quien tiene hoy la responsabilidad de tomar decisiones políticas de la utilización del sistema de funcionamiento creado y las explicaciones convenientes en el Parlamento, por aquello de la pedagogía y la rendición de cuentas.
Desconfiemos de quien aparenta guardar la solución al terrorismo en el cajón de los cubiertos de la cocina.

Sugerencias