lunes, 30 de mayo de 2016

Un relato político religioso


Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
El santuario de la virgen del Lluc en Mallorca huele a pollo al ajillo. La mayoría de los peregrinos son ciclistas de nacionalidad alemana, con su culotte y colores chillones, que andan como patos a causa del calzado de suela rígida que les permite anclar las zapatillas a los pedales clipless.
Resultaría frívolo reducir el corazón espiritual de la isla a un problema de extracción de humos del restaurante situado en su interior y la afluencia a una iniciativa de un compatriota que ha organizado marchas cicloturistas en primavera y otoño. Es parte de la realidad, una mezcla de información y sensaciones.
El pollo y los ciclistas son reales, comprobados un lunes de mediados de mayo de 2016. También que en los laterales de la capilla detrás del retablo de la basílica, donde se puede contemplar la talla en piedra de la virgen y el niño, se encuentra a tamaño descomunal un Ave María de Ramón Llull en catalán, entiendo que el texto original, y en la pared contraria en árabe, guiño éste quizá a los muy numerosos árabes cristianos que en el mundo son. Si se busca se acaba encontrando la oración en castellano.
El recinto alberga también un museo con el encanto de la acumulación de piezas histórica sin criterio museístico, o con un criterio de dos siglos atrás, monedas romanas, cerámica de reflejo dorado, trajes regionales, colecciones procedentes de donaciones de fieles con posibles.
El resultado no buscado por los responsables del santuario es que desde el momento de la visita el pollo me recuerda a la virgen del Lluc y la religión al pollo.
Siguiendo las actuales tendencias del márquetin (también conocido como mercadotecnia y mercadeo) y la política, cualquier iniciativa de comunicación debe contarnos una historia, porque -se nos dice, basado en un estudio de alguna universidad americana- la información con datos sólo la retiene entre el 5% y el 10% de la gente y el oyente memoriza mejor aquello que se le cuenta en el marco de un relato.
El storytelling es lo que había detrás de aquella niña de Rajoy en la campaña electoral de 2008 contra Zapatero. Reconozcamos que el recurso no funcionó en la práctica todo lo bien que se esperaba y de la moza nunca más se supo después de haber sido vista por la puerta del Sol de Madrid acampada gritando "No nos representan".
De ser cierto lo anterior se asemeja el asunto al caso -éste bien real- de Restituto Alcázar, niño nacido en el verano de 1936 durante el asedio al recinto toledano amotinado contra la legalidad republicana, quien fue utilizado propagandisticamente durante su infancia por la dictadura de Franco, y acabó siendo miembro de la Unión Militar Democrática en las postrimerías del régimen de su padrino infantil.
En comunicación existe la obsesión de contar historias y finalmente transmitir sensaciones con lo que nuestras neuronas sobre estimuladas recordarán aquello que se quería transmitir, algo descubierto hace años por BMW y aquella mano por la ventanilla del coche y por Franco en plena guerra civil.
El ya general Moscardó sostiene en brazos a Restituto Valero
(también conocido por Restituto Alcázar Valero),
uno de los dos niños que nacieron en el interior del Alcázar
durante el asedio. Fuente de la imagen: Blog Sol y Moscas.
El santuario que alberga la patrona de Mallorca también lanza mensajes voluntarios, tiene su relato, que combina el nacionalismo balear con el atractivo de un NH: "Aquí, los creyentes reencontraréis los signos de identidad de nuestra Iglesia. Los nocreyentes, las raíces más profundas del pueblo mallorquín porque Lluc es más que un santuario: es un signo nacional de identidad. Los visitantes extranjeros, una oferta distinta a los días de playa y a las noches de fiesta".
Una placa recuerda que Alfonso XIII, "nuestro católico monarca", visitó en 1929 el santuario, "siendo el primer rey español que pisó este bendito rincón de Mallorca"; en un curioso vídeo de bienvenida aparece el hijo de Kirk Douglas recomendando la isla entre imágenes de expresionismo alemán; se nos ofrece información de la hospedería (81 habitaciones -celdas- y 39 apartamentos con cocina);  o que allí se puede estudiar en régimen de internado Infantil, Primaria, Secundaria y estudios musicales de nivel conservatorio, herederos de los niños cantores vestidos con casulla azul que se remontan al siglo XIII.
La realidad los mezcla, pero los profesionales de la comunicación insisten en que prioricemos las sensaciones sobre la información dura.
Sin embargo, en este momento procesal no parece conveniente prescindir de información de cara a las próximas elecciones generales y sería muy útil antes de votar poder conocer los planes concretos de Bruselas y los de cada partido sobre qué hacer frente a la deuda, el déficit y las sanciones de la autoridad comunitaria.
Sería obligado recordar algunos indicadores de gestión de la legislatura 2012-2015, que es la de referencia para continuar con lo mismo o cambiar.
A partir de la credibilidad del dato luego podría ser pertinente elaborar un relato más o menos acertado sobre el futuro y tratar de transmitir sensaciones al votante.
Pero antes de la fe, o junto con ella, arreglar el extractor de humos. Porque si no huele a fritanga.

Sugerencias



lunes, 23 de mayo de 2016

Eurovisión, Erasmus, desplazados

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Europa es un gran invento que vive en horas bajas tras la sobredosis de austeridad ante la crisis y el envío de esos llamados hombres de negro que parecen no responder a una orientación política, pero llevan el catecismo en la cartera. Las amenazas de Bruselas no han dejado de estar presentes en el debate político hispano desde las elecciones de diciembre, avisos sobre la necesidad de nuevos recortes, poco sobre sanciones como consecuencia del incumplimiento continuado del déficit patrio durante los últimos cuatro años que han conseguido elevar la deuda hasta el histórico 100% del PIB.
Frente el monotema financiero, no es casualidad que las dos iniciativas que más europeos han creado tengan relación con el ámbito de la cultura: las becas Erasmus y Eurovisión.
En el programa Erasmus, que en contraste con su fama tiene unas becas bastante escasas, han participado más de tres millones de alumnos desde su creación en 1987.
La impulsora de este programa, la profesora italiana Sofía Corradi, ha defendido estos días por España la iniciativa porque obliga a sus participantes a abrirse a otras culturas y calcula en un millón de niños los nacidos de ese intercambio, cifra algo exagerada teniendo en cuenta los cruces sexuales entre los propios alumnos y el avance de los métodos anticonceptivos.
Por su parte, el festival europeo de la canción es una ocasión anual única de jugar en casa a la geopolítica.
Ganó Ucrania por el voto telefónico, canción 1944 que rinde homenaje a los tártaros expulsados de Crimea en ese año, tema interpretado por Jamala, voz poderosa estilo Mónica Naranjo. "No tengo patria alguna", se queja gritando al final del tema.
Como en otras ediciones, parece que en este 2016 han pesado circunstancias no musicales en la votación. El cómputo de votos colocó a Ucrania como la vencedora frente a Australia (ganadora del jurado) y Rusia (ganadora del televoto), una situación que ha indignado a muchos seguidores de Eurovisión.
Más de 380.000 firmantes han respaldado en menos de una semana la petición de un ciudadano armenio en la plataforma Change.org, en la que se rechaza los resultados de la votación, exige que se revisen, pide que se descalifique a la victoriosa Ucrania por el contenido político de la canción (por los acontecimientos recientes en Crimea, no de mediados del XX) y acusa a la OTAN de financiar y promocionar el tema.
España, con Barei y su canción "Say Yay!", que no estaba mal, quedó en el puesto 22 de 26, y Alemania ocupó el farolillo rojo; nada hay que temer porque ambos países repetirán en la próxima edición al formar parte de los cinco grandes que financian el festival y se saltan las eliminatorias.
Persisten en el festival curiosidades como la participación geográficamente incomprensible de Israel, con lo que a medio plazo podríamos ver a algún cantante palestino representando a un único Estado multinacional.
Sí es novedad el concurso de Australia, cerca de la victoria solo escapada por el televoto.
Desde los Bee Gees, Olivia Newton John, hasta "La boda de Muriel", Australia es un país simpático que recientemente ha despertado hasta el interés de la Armada española, que le cedió uno de sus mejores buques durante un año a cambio de la factura del gasoil. Este 2016 se quiere repetir la experiencia con Canadá, otro país miembro de ese club anglosajón que comparte espionaje.
Resulta curioso el acercamiento europeo e hispano al mundo anglo mientras Reino Unido vota en días su salida de la UE y Cameron trata de apagar el fuego que ayudó a azuzar (por aquí se podría hacer fácilmente un símil con mesas petitorias y esteladas incluidas).
Y Obama sin venir a España, pese al atlantismo del Gobierno y la estrecha alianza que une a Washington y Madrid para destruir a Maduro.
Al margen del ánimo, Europa es un club de 28 que hacen lo que se ponen de acuerdo, como en cualquier organización internacional, a un ritmo ciertamente más lento que la marcha del planeta. Con la integración reciente de diez países del Este existen opiniones diferenciadas en muchos campos, como las relaciones con Rusia, lo que afecta a la Defensa y anima probablemente los votos de Eurovisión.
Hace un tiempo que descubrimos que el nacionalismo no se cura viajando, hay ultras de la nación que no paran en casa. La recomendación es más bien un desplazamiento mental.
"El hombre desarraigado, arrancado de su marco, de su medio, de su país, sufre al principio, pues es más agradable vivir entre los suyos. Sin embargo, puede sacar provecho de su experiencia. Aprende a dejar de confundir lo real con lo ideal, la cultura con la naturaleza", leo en la solapa trasera de un libro de Todorov. "Si el hombre desplazado logra superar el resentimiento nacido del desprecio o de la hostilidad de sus huéspedes, descubre la curiosidad y aprende la tolerancia".
Con el desplazamiento se pierde anclaje, pero se gana perspectiva.
La distancia imprescindible para entender algo se puede adquirir por biografía, exilio exterior o interior, por la emigración (la alcaldesa Hidalgo, el primer ministro Manuel Vals, el nuevo alcalde de Londres) y existe también la alternativa de contemplar el mundo con la sorpresa de un extraterrestre sin salir de una baldosa de la cocina.
Erasmus y también el festival de Eurovisión nos permiten salir de casa mentalmente. Y descubrir unas mozas cantantes representando a Armenia y Azerbaiyán que dan ganas de coger la maleta y salir a conocer el Cáucaso.

Sugerencias


lunes, 16 de mayo de 2016

De la zona de confort a secuestrado en Siria

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Feliz noticia la liberación de tres periodistas españoles tras diez meses de secuestro en Siria, feliz desenlace de las gestiones públicas y privadas que se han debido desarrollar durante todo este tiempo.
El país donde el azar quiso que naciéramos y al que estamos unidos sentimentalmente y algunos intelectualmente cuenta con un Estado, unas capacidades públicas, denostadas a diario por tierra, mar y aire por gente que probablemente no las ha necesitado, pero que sin duda serían bienvenidas por la mayor parte de la población del planeta (y por los críticos de lo público en caso de necesidad).
Resulta que para lo bueno y para lo malo, no hay acontecimiento internacional en el que actualmente no resulten implicados ciudadanos españoles, sea un terremoto en Ecuador, un secuestro aéreo, una avalancha en un concierto en Alemania, un atentado en París o en Bruselas, poniendo ejemplos negativos. También para lo positivo, hasta en bádminton y patinaje sobre hielo, disciplinas minoritarias para el común, ondea por el mundo la enseña nacional.
En casos que afectan a la seguridad de un ciudadano español en peligro en cualquier lugar del mundo los organismos del Estado se movilizan con profesionalidad y casi siempre resultados.
Existen ejemplos que prueban lo anterior relacionados con cooperantes por Mauritania, latillas de atún por Somalia, periodistas varios.
Y el exitoso desenlace de este último caso permite además intentar avanzar algo y felicitarse también de que nadie hoy desde el ámbito político o mediático haya utilizado el suceso para desgastar al Gobierno, forzando argumentos como que fueron secuestrados por ser españoles, la excesiva prolongación del secuestro durante cerca de un año o la especulación a la que hemos asistido en otras ocasiones sobre el montante del rescate, el origen de esos fondos económicos y si el pago por su liberación podría contribuir a financiar organizaciones terroristas que en el futuro actúen contra ciudadanos de cualquier nacionalidad, también española.
Algunos políticos y tertulianos lo han utilizado en el pasado como símbolo del prestigio internacional de un país, argumentos del estilo "los países serios no lo hacen", las crisis se resuelven a tiros, incluso a costa de la vida de los secuestrados, que ha ocurrido.
Otro motivo de satisfacción es que afortunadamente el valor económico de cambio de los secuestrados ha sido mayor que su valor propagandístico para los captores.
Aparece en la información filtrada algún papel en el proceso de Turquía y Qatar, país este último muy presente en España como accionista nada minoritario de El Corte Inglés, Iberdrola, constructoras varias, Iberia, contratos multimillonarios de publicidad con equipos deportivos, además de albergar en su territorio nacional algunas de las principales bases militares de Oriente Próximo, junto con Bahréin y Emiratos, de frecuente sino permanente uso por parte de los ejércitos de EEUU, Reino Unido, Francia y también España. Qátar alberga la base aérea más importante de EEUU en la zona.
Leemos en El Español que el rey Felipe VI se reunió en privado 48 horas antes de la liberación con el emir de Qátar, jeque Tamim bin Hámad Al Zani, nada menos que en el estadio Santiago Bernabeu durante el descanso de la seminifinal de la Copa de Europa Real Madrid-Manchester City, encuentro político-deportivo en el que se agradeció la colaboración de los respectivos servicios secretos.
Resulta complicado clasificar a Qátar como país cómplice del terrorismo como dicen algunos o benefactor del capitalismo patrio y su seguridad.
El secuestro de periodistas en Siria tiene muchas otras derivadas, por ejemplo la peligrosidad de la profesión en la zona que hace casi imposible que contemos con información suficiente para calibrar el conflicto sirio, salvo alguna escasa que logra en ocasiones circular desde fuentes internas, porque la mayor parte procede normalmente del interés de alguna de las partes por contarnos algo.
Y otra no menor derivada de este secuestro es la precariedad laboral de la profesión,los recortes, regulaciones de empleo y profunda crisis de las empresas periodísticas que han cerrado corresponsalías y gastos de enviados especiales y se dedican hoy a malpagar por pieza a periodistas free lance que pululan por las zonas más peligrosas sin la cobertura -seguridad y economía- de otras épocas.
La información sobre el secuestro a partir de la liberación habrá que recibirla con cuidado: cuanta más épica rodee la precariedad del gremio, de la seguridad y de la zona, más habrá que desconfiar de quien salga engrandecido.
Se mantiene alta la sorpresa por no haber tenido durante meses noticia del secuestro, silencio informativo casi total sobre el asunto, discreción dicen que pedida por las familias y por el Gobierno que extraña por respetada. Se comenta que incluso circularon vídeos de los secuestrados que los medios elegantemente no publicaron, caso extraño digno de figurar en los próximos anuarios de la profesión y en los Premios Ortega y Gasset 2017, nueva modalidad al silencio informativo responsable.
Habitualmente se asocia el riesgo, incluso el peligro, con la excepcionalidad en el trabajo, hasta con la genialidad, algo no confirmado en las pruebas de laboratorio. Habría que reconocer que entre la zona de confort que tanto repiten los entrenadores de cabezas y ser secuestrado por barbudos en Siria existe un amplio campo de actuación. Y hay que observar también que de la zona de confort a menudo uno es expulsado por la precariedad laboral, la inconsciencia juvenil y profesional o el puro azar de un atentado.
"El hombre es el viviente que, existiendo en el modo de la potencia, puede tanto una cosa como su contrario, ya sea hacer como no hacer", dice un filósofo italiano de nombre extraño (Giorgio Agamben). Es decir, que mi gato sólo puede ser gato y hacer cosas de gato, yo puedo en cambio trabajar en Madrid o en Siria. Otra cosa es que las circunstancias no me dejen elección.
Cuando estemos leyendo una crónica, una pieza periodística sobre este caso de periodistas secuestrados, si empezamos a oír violines de fondo no tenga nadie duda de que alguien ha contratado a los músicos (candidatos hay muchos: el CNI, el Gobierno, la vicepresidenta, los medios que les compraban piezas de saldo, diplomáticos y militares que hayan participado en el proceso, el corporativismo del gremio...).
La zona de confort -ansiedad neutral- está muy desprestigiada; al menos la demagogia se ha reducido.

Sugerencias


lunes, 9 de mayo de 2016

Centro de Preocupaciones Sociológicas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
El Centro de Investigaciones Sociológicas pregunta mucho y los españoles responden educadamente, que la profesión de encuestador es tan digna como cualquier otra, aunque algunas de sus cuestiones son extrañas, por ejemplo cuánta libertad estamos dispuestos a ceder para sentirnos seguros y, dos, si esto de las Comunidades Autónomas es un buen invento.
En este párrafo que ahora comienza es donde matizo que el CIS, aunque a veces tenga algún olvido, es el organismo demoscópico más serio del país, que elabora encuestas con entrevistas personales (más rigurosas que las telefónicas), que el tamaño de la muestra -los ciudadanos encuestados- es mucho mayor que las que llenan los periódicos, que es un organismo autónomo que depende del Ministerio de la Presidencia, Soraya Saenz de Santamaría en Funciones, entre ellas la "función principal que tiene encomendado -el CIS- es la de contribuir al conocimiento científico de la sociedad española", misión honrosa donde las haya.
Los datos. En este comienzo de mayo el CIS ha difundido un estudio postelectoral de las elecciones generales del 20 de diciembre con 75 preguntas, muchas preguntas, desde si el encuestado va a misa, tiene teléfono móvil o quién ganó en los debates a tres, a siete, a cinco de aquella campaña electoral que parece hoy del siglo XIX, de aquella época remota en la que había partidos emergentes. Tantas preguntas y tan variopintas parecen salidas del sueño de un sociólogo atormentado.
Y destaco dos. En la primera se pone al ciudadano ante la tesitura -¿tesitura?- de elegir puntuando del cero al diez entre dos opciones, que "lo más importante es tener el máximo de libertad aún perdiendo algo de seguridad" y en el otro extremo que "lo más importante es conseguir el máximo de seguridad aún perdiendo algo de libertad". La mayoría de las respuestas se queda en el cinco, como es natural, ni totalmente libre ni seguro, aunque la media se vence en poco hacia la segunda opción.
Esta dicotomía -¿dicotomía?- entre libertad y seguridad es antigua y bastante falsa, plantea a qué estás dispuesto a renunciar y la respuesta es a nada, porque no hay libertad sin seguridad y no hay seguridad sin libertad.
Recuerda el asunto al también añejo debate entre igualdad y libertad. Por poner un ejemplo, aunque todos seamos libres de analizar las encuestas del CIS, si el ministro de Agricultura aprueba por la mañana con el consejo de ministros una amnistía fiscal a la que por la tarde se acoge su señora esposa, pues no somos iguales.
Las situaciones extremas en las que el Estado puede restringir las libertades por temas de seguridad están tasadas y escritas en la Constitución; desarrollado en una Ley Orgánica de 1981, de los estados de alarma, excepción y sitio; y además tenemos una novedad de 2015.
La Ley de Seguridad Nacional aprobada hace menos de un año añade una gaseosa "situación de interés para la Seguridad Nacional", que es una coyuntura grave pero que "en ningún caso podrá implicar la suspensión de los derechos fundamentales y libertades públicas de los ciudadanos".
Acabo este apartado recordando que Francia está en estado de emergencia desde los atentados de París del pasado noviembre y lo acaba de prorrogar otro par de meses, para pasmo de esas trillizas fantásticas llamadas Libertad, Igualdad y Fraternidad al ver llegar una nueva hermana, Seguridad.
La segunda cuestión incluida por el CIS en su estudio que sorprende plantea al paciente encuestado "algunas fórmulas alternativas de organización territorial del Estado en España".
Pues bien, el 18,5% de los españoles es partidario de un Estado con un único Gobierno central sin autonomías (sin mayúscula, con lo aficionado que es todo el mundo a escribir mayúsculas innecesarias) + otro 11,7% de los ciudadanos defiende un Estado en el que las CCAA tengan menos autonomía que en la actualidad (¿Autonomías sin autonomía?) = un 30,2% de los españoles opina que esto de la España de las Autonomías es un invento y se acabaron las bromas, como decía aquél.
Resultan más significativas las preguntas que las respuestas, que dan finalmente argumentos para quien los fuera buscando de inicio. Dan ganas de gritar: "recórtenme las libertades y centralícenme", lo que nos situaría en un lugar indeterminado de mediados de los 70, incluso antes del último capítulo de Cuéntame, que comienza a escribirse en la sección de sucesos.
Planteamientos tramposos que recuerdan al apasionante y real (de rey) debate sobre la austeridad de las próximas elecciones, porque puestos a recortar gastos de funcionamiento la Casa Real tiene campo por delante (exactamente 15.000 hectáreas en el Monte de El Pardo) y abre la vía para preguntarse por ejemplo cuánto cuesta el despliegue de Guardia Civil en un puente o la organización y asistencia de representantes públicos a la Ofrenda Nacional al Apostol Santiago.
Se dice en periodismo que preguntar es un arte, que nunca hay que plantear cuestiones que tengan por respuesta un sí o un no, y que siempre el preguntado se puede ir por los cerros de Úbeda, como invariablemente hace el presidente Rajoy esté en casa de Bertín, de Évole o de Pepa Bueno, con lo buenos preguntadores que son los tres.
Y 800, que he leído a Elvira Lindo que le encargan columnas de 800 palabras y yo no quiero ser menos, en cantidad. Aconseja también eliminar adjetivos.

Sugerencias


lunes, 2 de mayo de 2016

Matar al padre

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Cartel del ilustrador Mo Caró inspirado
en la serie de Telecinco. 
"Hijo mío, eres un inútil; yo a tu edad ya había matado a mi padre", recuerdo haber leído o escuchado a alguien relacionado con La Codorniz.
Con escasas horas de distancia este abril hemos perdido dos príncipes, uno televisivo, otro musical.
Esto del principado se relaciona con sagas dinásticas, títulos heredados, la ambición del opositor. El príncipe también remite a un padre o a una madre.
Se necesita tiempo para prestigiar a una persona, y para ello hace falta escribir crónicas que surten efecto cuando pierden contacto con el personaje, aconsejable un par de siglos. Todos los presidentes del Gobierno han sido mejores pasada una década que cuando dejaron el cargo, y deben cumplir con la condición de desaparecer del mapa.
Lo que chirría es cuando presenciamos en directo la escritura de la crónica histórica, por ejemplo los elogios al papel de la Corona en esta corta legislatura. Ni el Cid ni el padre de Jorge Manrique hubieran resistido la comparación de la ficción con el modelo.
Sobre dinastías y coronas, algunos llegamos a pensar que una periodista, además con la experiencia vital de haber sido becaria de ABC, iba a cambiar la corte del rey Juan Carlos, y no ha sido así, con la pareja real junior disputando hoy la actualidad a la infanta Pilar de Borbón y la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Un padre puede poco más que bautizar y señalar a su hijo como heredero, el resto se le escapa, incluido los efectos secundarios de su mal o buen ejemplo.
"El Príncipe" televisivo es la serie de Telecinco que acaba de terminar su segunda y última temporada, a juzgar por el capítulo final en el que ha muerto la mitad del reparto y los proyectos de sus protagonistas fuera de la televisión. Algunas cifras: 507.000 seguidores en Twitter, 249.347 en Facebook. La serie cerró su último capítulo con 5,2 millones de espectadores y un 29,2% de cuota de pantalla, que se eleva al 29,8% como mejor target comercial (congregó los 54 anuncios más vistos de la jornada), un 42,5% de share entre jóvenes y datos superiores al 30% de cuota en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, Canarias, Asturias y Murcia, indicadores todos descomunales en el actual panorama televisivo.
Prince Rogers Nelson.
No hay duda de que el público ha respondido a una ficción televisiva que ha tenido aciertos como la calidad del reparto, la normalización de una familia musulmana española como protagonista, haber puesto a Ceuta y sus problemas sociales en el mapa, incluso la presencia de la Policía Nacional y del Centro Nacional de Inteligencia.
Efectos positivos todos, independientemente de que refleje la sociedad ceutí mejor o peor que El Padrino la comunidad de origen italiano en EEUU.
Uno cree intuir la cercanía del CNI con la serie, en línea con un trabajo similar de comunicación de otros organismos amparando obras de ficción (Guardia Civil, Ejército de Tierra), presencia discreta incluso en los errores en el tratamiento de la seguridad que se ha permitido la serie, como la deficiente protección de dos reyes del penúltimo capítulo o las pegatinas del CNI que identifican los ordenadores de los espías.
El barrio ceutí que se ha hecho conocido por la serie toma su nombre del cercano fuerte Príncipe Alfonso construido a mediados del XIX, bautizado en honor de quien acabaría reinando como Alfonso XII. A este príncipe se remonta la figura del rey-soldado, la estrecha vinculación del monarca con la milicia que seguimos viviendo en la actualidad.
El segundo príncipe que nos ha dejado este abril es Prince Rogers Nelson (Minnesota, 7 de junio de 1958 - 21 de abril de 2016). Su padre, músico aficionado, tocaba en un grupo de jazz que tenía Prince en el nombre, que adjudicó también a su hijo antes de abandonar el hogar familiar. Afortunadamente no se llevó el piano.
Príncipes de la factoría Disney.
Uno de los mayores éxitos musicales de Prince utiliza el morado de la sotana de los obispos, que no son príncipes de la Iglesia pero se acercan, donde se queja una guitarra eléctrica como sólo sabe quejarse una guitarra eléctrica.
La genialidad de Prince o de Alfonso XII, cada uno la suya, sin duda se la ganaron con su esfuerzo y talento, aunque ambos nacieran príncipes; el primero consiguió superar musicalmente al padre ausente y el segundo no pudo tapar ni el reinado intermitente de Isabel II ni la tuberculosis que acabó con él a los 27 años.
Hay que ser un genio o un bicho para matar al padre, categorías que escasean en política y entre los espectadores de televisión. Lo habitual es ignorarlo y luego echarlo de menos, mientras uno va abriéndose camino a trompicones.
Los errores, incapacidades o dificultades de los príncipes de la política española no hacen mejores a los ciudadanos. Vivimos y viviremos más sorpresas que cambios radicales mientras tratan de encontrar su camino.

Sugerencias