domingo, 28 de diciembre de 2014

Olvidado cementerio moro

Los musulmanes de todo el centro de España no tienen lugar donde enterrar a sus muertos por el rito islámico, tras el cierre hace un mes del único cementerio existente en Griñón. La solución es un cambio legislativo de la Comunidad de Madrid o un cementerio privado. Algunos cadáveres esperan en las cámaras de los tanatorios

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Hay sauces, hay muros blancos, no hay cruces. En las lápidas, nombres musulmanes. Tampoco hay enterramientos ni cortejos fúnebres, porque el cementerio musulmán de Griñón, el único que hay en el centro de España, se ha quedado en desuso desde hace un mes, cuando Defensa se lo cedió al Ayuntamiento de esta localidad de Madrid, que bajo el marco legal vigente, no permite enterramientos bajo el rito musulmán. El olvidado cementerio –hasta el Ministerio de Defensa parecía no recordar que era suyo– nació a la sombra de un hospital de campaña de la Guerra Civil, para dar tierra a las escalofriantes bajas que sufrían los soldados moros –marroquíes alistados en el bando franquista– en este frente. De ahí su origen militar, que ahora ha quedado sobrepasado.
En la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León residen alrededor de 350.000 musulmanes, la mitad españoles. Desde el pasado mes de noviembre ninguno de ellos puede ser enterrado según el rito islámico. 
El Ministerio de Defensa, propietario desde la guerra civil del único cementerio musulmán en el centro peninsular, ubicado en Griñón (10.000 habitantes, Comunidad de Madrid, en La Sagra que comparte con la cercana Toledo), se lo traspasó hace un mes al Ayuntamiento, que ha cerrado el camposanto porque no cumple la normativa mortuoria autonómica. La Comunidad de Madrid se muestra inflexible.
En el rito islámico el cuerpo del difunto debe estar vestido durante todo el proceso de traslado, no debe ser manipulado por nadie que no sea musulmán, se procede al lavado del cuerpo con agua y jabón, una  purificación ritual y se procede al amortajamiento con sudarios de lino blanco sencillo y al enterramiento del cuerpo sin féretro. Estas prácticas son muy similares en el rito judío.
A continuación, los actores y el problema.

Barbudos. La movilización actual rompe tópicos de musulmanes con chilaba, larga barba, guetos y falta de integración. Sus impulsores son mayoritariamente españoles de religión islámica, muchos de ellos jóvenes, que han impulsado una campaña al margen de las principales organizaciones de esta confesión en España. Los promotores se han movilizado en redes sociales como Facebook y han puesto en marcha una recogida de apoyos a través de Change.org, donde ya contabilizan el pasado viernes 7.806 firmas.
Muhammad Said Alilech, portavoz de la Plataforma en contra del cierre del cementerio musulmán de Griñón, sitúa el problema en el marco de los derechos fundamentales como ciudadanos. Han convocado hasta ahora cinco manifestaciones frente al Ayuntamiento de Griñón y sus esfuerzos se dirigen a partir de ahora hacia la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Justicia.
El pasado 11 de diciembre se reunieron en Fuenlabrada 25 asociaciones de musulmanes de la Comunidad de Madrid, muchas de ámbito local, también culturales, donde debatieron la forma de plantear sus reivindicaciones.
Desde la Plataforma recuerdan que el derecho de la comunidad musulmana española de disponer de un lugar donde dar sepultura a sus difuntos está plenamente reconocido en el ordenamiento jurídico español, en primer lugar en el artículo 16 de la Constitución Española de 1978, en el que se reconoce el derecho de “todos” a la libertad religiosa y de culto, y más tarde confirmado por el artículo 2.5 de la Ley 26/1992 por la que se aprueba el Acuerdo de Cooperación del Estado Español con la Comisión Islámica de España.

Griñón. El Ayuntamiento se siente sobrepasado por los acontecimientos. La alcaldesa, María Antonia Díaz, difundió un bando a finales de mes en el que afirmaba que "la intención del Ayuntamiento de Griñón ha sido en todo momento la regularización del cementerio musulmán, conforme a la Normativa vigente y más concretamente en relación al Decreto 124/1997 de 9 de Octubre por el que se aprueba el Reglamento de Sanidad Mortuoria de la Comunidad de Madrid".
Añadía que "durante este proceso y conforme a la Legislación se han prohibido temporalmente los enterramientos en este cementerio, trabajando con la Comunidad de Madrid para concluir lo antes posible el proceso de normalización, abriendo una vía paralela que posibilite seguir realizando enterramientos de forma provisional hasta la total finalización de dicho proceso".
Decía haber recibido un informe técnico de la Consejería de Sanidad donde se indicaba que “se podría autorizar con carácter excepcional inhumaciones temporales de un cuerpo de profundidad, con féretros especiales, con unidades de enterramiento delimitadas en las zonas próximas a las zonas de inhumación actual”.
La solución provisional que ha encontrado el Ayuntamiento, aunque se agradece la voluntad, no satisface a los musulmanes, porque sigue siendo imposible el rito islámico. Se ha construido una fosa de hormigón prefabricado, y a lo anterior se suma que en esta confesión se rechazan frontalmente las exhumaciones, muy frecuentes en los cementerios pasados 10 o un número fijado de años. "Se vulnera un derecho fundamental" de los ciudadanos musulmanes, en opinión de Alilech.

Ministerio de Defensa. El cementerio nace en la guerra civil, cuando a finales de 1936 el bando franquista instala un hospital de campaña en el colegio La Salle de Griñón y surge la necesidad de crear un cementerio ante el gran número de fallecidos, entre ellos miles de marroquíes que lucharon y murieron en la contienda.
Al parecer, el Ministerio de Defensa descubrió hace unos meses haciendo balance de sus propiedades que era el titular del cementerio, que ha estado gestionado durante décadas por el Consulado de Marruecos. Tras contactos infructuosos con organizaciones islámicas, Defensa ha preferido ceder el lugar al Ayuntamiento de Griñón.
El pasado lunes 17 de noviembre, se procedió a la firma de la cesión demanial del cementerio musulmán de Griñón al Ayuntamiento de dicha localidad, por un periodo de 50 años. "La Administración General del Estado, a través del Ministerio de Defensa, actual propietario del inmueble, ha llegado a un acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento de Griñón para la cesión del uso de la propiedad, así como para la prestación del servicio funerario de enterramiento de población musulmana y otros servicios funerarios vinculados a áquel", informaba el Ejército de Tierra en un comunicado. "El Ministerio de Defensa se reserva una zona de la parcela para ubicar el actual osario con restos militares, enterramientos de militares musulmanes que se hagan en el futuro, así como poder realizar un monumento funerario que sirva de tributo a los militares que allí reposan", añadían.

Ministerio de Justicia. De este departamento dependen el Observatorio del pluralismo religioso en España y la Fundación Pluralismo y Convivencia, y el primero editó en 2013 una excelente "Guía para la gestión de la diversidad religiosa en cementerios y servicios funerarios", donde se recuerda que "el Estado español reconoce el derecho de todos sus ciudadanos a recibir unos servicios funerarios de acuerdo con sus convicciones religiosas, filosóficas o culturales", y añade que "los poderes públicos tienen la obligación de crear las condiciones necesarias para el ejercicio efectivo de este derecho, y que los servicios funerarios y de enterramiento constituyen una prestación obligatoria de la competencia municipal, son los gobiernos municipales y las comunidades autónomas los que deberán dar respuestas". Más allá de la letra, la realidad, como se ve, es distinta. "No se aplica", dice Alilech, "no podemos pagar la incompetencia de los organismos públicos, no se nos han dado alternativas dignas", añade.
Responsables de esa Fundación se han reunido con Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, sin resultados conocidos. Recuerdan en sus textos que el Acuerdo de cooperación del Estado español con la Comisión Islámica de España, una Ley de 1992, establece textualmente en su artículo 2.5 que “los cementerios islámicos gozarán de los beneficios legales que establece el número 2 de este mismo artículo para los lugares de culto. Se reconoce a las Comunidades Islámicas, pertenecientes a la Comisión Islámica de España, el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales, así como el derecho a poseer cementerios islámicos propios. Se adoptarán las medidas oportunas para la observancia de las reglas tradicionales islámicas, relativas a inhumaciones, sepulturas y ritos funerarios, que se realizarán con intervención de las Comunidad Islámica local".

Consejería de Sanidad. La Comunidad de Madrid es claramente quien tiene capacidad de maniobra para resolver la situación, de acuerdo con la teoría del Ministerio de Justicia y las reivindicaciones de la comunidad islámica. Contactada la Consejería de Sanidad por este periódico, el comunicante afirmó rotundo que "no somos competentes", queriendo decir que existe una normativa y lo que tienen que hacer los municipios es cumplirla, sin más.
La plataforma musulmana pretende impulsar sus próximas movilizaciones hacia la Comunidad de Madrid.

Desenlace. Señala Alilech a este periódico que la solución duradera a largo plazo es la modificación de la normativa autonómica y se plantean también la creación de un cementerio privado, al igual que tiene la comunidad judía en Hoyo de Manzanares, momento en el que se acabaron para estos últimos los problemas de enterramiento. La dificultad de un cementerio privado reside en su localización, la inversión necesaria y los estudios que se requieren, incluso geológicos.
La situación actual es dramática. El portavoz de la Plataforma cuenta que el coste de un enterramiento en Griñón sobrepasa los 3.000 euros, coste -además de razones sentimentales y de cercanía- que lleva a la comunidad magrebí en España a repatriar los cadáveres a Marruecos, solución que en cualquier caso es inviable para musulmanes españoles o nacionales de Siria o Palestina, por ejemplo.
Cuenta Alilech que la solución temporal hoy es o sufragar esas repatriaciones, apoyando en lo posible desde las asociaciones de musulmanes, o trasladar los cadáveres a los cementerios islámicos de Granada y Fuengirola, donde la Junta parece tener resuelto el procedimiento.
Mientras, varios cadáveres esperan en cámaras frigoríficas dónde encontrar tierra. Los páramos de La Sagra parecen una tierra suficientemente digna para estos musulmanes, siempre que las Administraciones, celosas de su autonomía y presupuesto, sean capaces de solucionar el problema de estos ciudadanos, musulmanes y españoles.

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